sábado, 29 de mayo de 2010

Aprende a separar los sueños de la realidad.

Es tanto lo que añoras que, solas las lágrimas te atrapan sin querer; sin poder frenarlas sabiendo que es el único modo de dejar de mentirse a sí mismo frenas tu tiempo queriendo gritarle al mundo que ya basta, que no eres de piedra y que reprimir las lágrimas es demasiado. Cada día después de 24O sigues recordando el cielo tan azul que veías hasta en las peores jornadas de invierno solo porque sabías que había algo, algo que te elevaba y te hacía sentir plenamente única y ahora..., ya no puedes ni pasar por el sitio en el que todo empezó porque te exentas y apareces en una nueva dimensión atestada de recuerdos que no puedes evacuar.

R
aro me resulta, porque intentas ver que no es así que nunca ha pasado nada, deseas que no lo haya pasado porque no te gusta pero no puedes evitar poner mala cara o reírte descaradamente cuando te sacan el tema a relucir y, te conocen, saben qué pasa por tu mente y qué es lo que ocurre: te abrazan por miedo; por miedo a que no puedas salir nunca de aquello. Y en ese abrazo las lágrimas se acumulan en tus ojos pero tú, siendo fuerte las retienes y te hundes más en ese abrazo sintiéndote sucia por no poder afrontar aquello, no por ti, sino por aquellos a quienes también quieres...

No me gusta esta situación, nunca me ha gustado y no sé qué hacer. Es que tengo miedo y no puedo sobrevolarlo, ahora por lo menos.

Armarse de valor, tengo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

¿Por qué no verlo todo con buenos ojos?

Es un secreto en lo más profundo de tu ser; que pides en sueños que todo cambie, y nunca lo hará, ya que eres tan cobarde por el "¿cuánto podré sufrir con ello?" pero lo siento, esa es la mayor equivocación: pensar en ti queriendo, lo estropea todo. Se es tan cobarde..., que te ciegas, encerrándote en tus mentiras.

Y pasan los días, todos igual: tú sentado siempre en el mismo sitio con la cara larga. Poco a poco has ido apreciando aquello que no deseas amar y, pudiendo olvidarte de todo y dejarlo atrás; sabrás que ese dolor que abandonas se llevarán consigo los mejores momentos de tu vida, ahí aprendes que, por mucho que quieras, uno solo se enamora una vez en cada período de su vida y, por supuesto, nunca intencionadamente. ¿Y qué hacer? Echarle valor, plantarle cara a la vida para que ella no te de la espalda y el destino decida hacerte ver a quien has querido siempre para guiñarte un ojo y darte alas para, libremente volar...

- Un gracias ligero y sonreír.

martes, 11 de mayo de 2010

Pasaje 'ciento cincuenta y seis'.

Unas largas olas rompen en la playa Blanca, cerca del Puerto del Rosario. Un viento fuerte, tenso, ha soplado durante todo el día barriendo con fuerza la arena. Las gaviotas extienden sus alas y se ladean dejando que el viento las lleve muy lejos. Juegan temerarias, huyendo repentinamente del grupo y volviendo a él después de haberse lanzado entre las olas. Rebeldes, de vez en cuando hambrientas, rapaces en busca de una presa, arrancando al mar unos pequeños peces plateados que luego engullen sin dejar de volar.

Ella. Pasea sola por la playa. El pelo le cae a menudo hacia adelante, le tapa los ojos, le cubre la cara, y ella mueve las manos como una niña, imprecisa y confusa, ratando de apartárselo de los ojos. Con la palma, casi frotándolo contra la cara, se lo lleva hacia atrás, con fuerza, con rabia, pero es cuestión de unos instantes. Porque no sirve de nada. El viento vuelve a despeinarla y la obliga a repetir todos esos gestos cada vez con mayor irritación.

Se detiene en un escollo. Se sienta, contempla el mar, apoya los codos sobre las rodillas. Y busca más allá, en la línea del horizonte, como si algo o alguien, un barco pirata, un velero o cualquier otra cosa pudiese acudir en su ayuda. Pero no es posible. Y no hay nada más terrible que sentirlo, que darte cuenta, que la inquietud te asalte desde lo más hondo, te secuestre, te posea, te golpee con fuerza contra la arena, te sujete las muñecas y se suba sobre tu barriga para mantenerte clavada al suelo. Así se siente, bloqueada por esa sensación. Todo le resulta repentinamente claro, tan nítido como ese atardecer, como el sol abrasador que ha golpeado durante todo el día esa playa. Sí, ahora ella lo sabe. No es feliz. Y es además consciente de otra cosa. Se ha equivocado. No hay nada más terrible que darte cuenta de que has tomado una decisión errónea que no puedes cambiar o, mejor dicho, que no te permite dar marcha atrás porque es definitiva. Sí, no hay nada peor. No, piensa... Es aún peor cuando esa decisión, esa elección imprudente concierne al amor. De improviso se siente pequeña, sola, nota una punzada en el corazón, sus ojos se empañan de lágrimas y le gustaría gritar, llorar... Pero lo cierto es que se ha quedado ya sin lágrimas. Nadie se ha dado cuenta, pero desde que empezaron esas vacaciones no ha hecho otra cosa más que llorar a escondidas, en el apartamento, en el baño, durante sus paseos solitarios, en la cama.

- Sólo se ha reído en una ocasión...

jueves, 6 de mayo de 2010

Todo le aburre.

Lo siento, por cada noche en vela que me has dado; lo siento por ti, por mí, por los dos.. Cualquier circunstancia que más que amena se volvió dolorosa, como un pequeño diario en el que llorar tus penas y vomitar tu asco. Una circunstancia..., el no poder prohibirse sentir cosas que no, que las odias pero las echas de menos. Es como la droga, una vez que te enganchas, si consigues dejarlo, ya de por sí es un milagro, si no.. estás perdido; pero a pesar de todo sigues teniendo ganas de una calada, una calada de lo que ha sido tu primer amor, fresco, sereno, feliz. Con su recuerdo amargo, celoso, desagradable, mortífero... Una emoción despedazada, un sentimiento turbado, curvado y cortado.

Voy a prohibirle a la Luna cotillear mis noches, cada una con sus secretos..., unas emociones que pertenecen a un pasado, a un pasado sin futuro y con fin. A un pasado que odio por dentro por haber elegido un camino así. Y tan bonita una sonrisa; que lo oculta todo bajo llave, la llave de un corazón demasiado delicado y con demasiados golpes. "Cambiarán las tornas", era una simple escusa para sentirme mejor: "Eso es una tontería, a mí no me va a pasar, no estoy tan ciega." Y mírame; mejor dicho..., debería haberme visto él. Por aquel entonces no era nadie hipotéticamente, era, sí, pero esa chica, sin duda no tenía mis mismos ojos, mi misma boca que renqueaba una sonrisa; un negocio en el mercado negro y lágrimas que nadie quería reconocer por miedo a ayudar, por no querer sentirse dentro de una emoción desnuda, por miedo: compasión puta.

¿Y por qué ocultar un deseo? Tener aflicción hacia ti misma; es algo horrible. Debería extinguirse, claro que sí.
Lo peor, es que estas palabras nunca serán leídas por un pasado, nunca serán entendidas por un presente y, nunca querré que mi futuro se vea dentro de ellas.

Y sobrevolar sensaciones ocultas durante meses, ¿para qué? El dolor nunca se pierde, como las personas..., un sentimiento con hambre. Y yo, alimentándolo.