Lo siento, por cada noche en vela que me has dado; lo siento por ti, por mí, por los dos.. Cualquier circunstancia que más que amena se volvió dolorosa, como un pequeño diario en el que llorar tus penas y vomitar tu asco. Una circunstancia..., el no poder prohibirse sentir cosas que no, que las odias pero las echas de menos. Es como la droga, una vez que te enganchas, si consigues dejarlo, ya de por sí es un milagro, si no.. estás perdido; pero a pesar de todo sigues teniendo ganas de una calada, una calada de lo que ha sido tu primer amor, fresco, sereno, feliz. Con su recuerdo amargo, celoso, desagradable, mortífero... Una emoción despedazada, un sentimiento turbado, curvado y cortado.
Voy a prohibirle a la Luna cotillear mis noches, cada una con sus secretos..., unas emociones que pertenecen a un pasado, a un pasado sin futuro y con fin. A un pasado que odio por dentro por haber elegido un camino así. Y tan bonita una sonrisa; que lo oculta todo bajo llave, la llave de un corazón demasiado delicado y con demasiados golpes. "Cambiarán las tornas", era una simple escusa para sentirme mejor: "Eso es una tontería, a mí no me va a pasar, no estoy tan ciega." Y mírame; mejor dicho..., debería haberme visto él. Por aquel entonces no era nadie hipotéticamente, era, sí, pero esa chica, sin duda no tenía mis mismos ojos, mi misma boca que renqueaba una sonrisa; un negocio en el mercado negro y lágrimas que nadie quería reconocer por miedo a ayudar, por no querer sentirse dentro de una emoción desnuda, por miedo: compasión puta.
¿Y por qué ocultar un deseo? Tener aflicción hacia ti misma; es algo horrible. Debería extinguirse, claro que sí.
Lo peor, es que estas palabras nunca serán leídas por un pasado, nunca serán entendidas por un presente y, nunca querré que mi futuro se vea dentro de ellas.
Y sobrevolar sensaciones ocultas durante meses, ¿para qué? El dolor nunca se pierde, como las personas..., un sentimiento con hambre. Y yo, alimentándolo.